¿Cómo y cuando nació el Descenso del Sella?. Aportación a una historia incompleta.

¿Cómo y cuando nació el Descenso del Sella?. Aportación a una historia incompleta.

Esta entrada corresponde a la transcripción que hemos hecho de un manuscrito, que guardamos con especial celo en nuestro archivo, cuyo autor es Dionisio de la Huerta en el que nos relata el momento de la adquisición de las primeras piraguas que navegaron por aguas del rio Piloña y del Sella, así como una curiosa anécdota que sitúa el nacimiento del Descenso del Sella como un hecho ocurrido de una forma totalmente accidental.

Este manuscrito refleja claramente este hecho, complementando los diferentes trabajos existentes hasta la fecha clarificando las contradicciones existentes entre ellos.

“El primer verano no las bajé a Infiesto”

Las dos embarcaciones que compré eran de lona y plegables. Venían dentro de un saco grande y acompañándolas un folleto explicativo de la forma de armarlas. La lona era una sola pieza que iba adquiriendo forma conforme se la iba encajando en su interior, un juego de varillas  unidas entre sí por tubos. (Creo recordar que empaquetar cada canoa no pierda…?..)

Las palas estaban formadas  también por dos piezas  que se unían entre sí por un tubo.

Con un poco de tiempo y de paciencia las primeras veces se lograba armar las embarcaciones. Pero una vez armadas, la lona se ponía rígida, las varillas de madera se hinchaban y se las veía uno negro para lograr desencajarlas de los tubos.

Las dos canoas, - ese era el nombre descrito del armador, no el de…? - las compré hacia noviembre del 1928.

España aunque estaba ** a punto de dar un gran cambio cuanto menos a nuestros ojos y (a los ojos imparciales de cualquiera) aún creo sinceramente que parecía una nación feliz. Todo eran fiestas. En Barcelona y en Sevilla se preparaban las exposiciones, y tanto Barcelona como Sevilla daban con ellas hacia adelante un paso de gigante. Después de las exposiciones ni Barcelona, ni Sevilla volverían ya a ser las de antes.

Compre en el Siglo* las embarcaciones a últimos de 1928 y aun cuando en mi vida había tripulado ninguna, la perspectiva de lanzarme con ellas rio abajo explorando países y horizontes me ilusionaba.

Estando comprando con unos amigos míos resolví no esperar al verano. Pero cuando ya  teníamos las dos embarcaciones en nuestro poder con mis amigos de Barcelona. - los dos sacos en que estaban metidas.

Todos ellos tan seguramente deseosos de la navegación como yo resolvimos adelantar los acontecimientos. Compramos un mapa topográfico del Ebro y empezamos a preparar una excursión aguas abajo.

Teníamos conocidos en Mequinenza que se ofrecieron a escoltarnos aguas abajo todo el tiempo que la excursión durase. Quiso Dios afortunadamente con estos antecedentes nos pareció incluso que no se necesitaba más que llegar con las embarcaciones a Mequinenza el día antes, dormir allí y al día siguiente por la mañana montar las canoas, echarlas al río y escoltados por tierra por nuestros conocidos dejarnos llevar por la corriente.

¿Decir? Opino afortunadamente que se desataran del cielo aquellos días unas tormentas y de Mequinenza nos mandaron aviso de que el Ebro bajaba torrencial y que mejor aplazábamos la excursión proyectada.

Fueron aquellas tormentas providenciales. Por ello los asturianos pueden estarles agradecidos. Sin ellas es más que seguro que nuestras dos embarcaciones, no hubiesen regresado más a Barcelona puestas en nuestras manos pecadoras pues hubieran quedado hechas papilla en el Ebro.

El descenso del Sella, rio que para bajarlo en plan de competición no tiene condición ninguna – seguramente no se habría llegado a celebrar nunca.

A todas estas, las dos canoas que solo habíamos montado una vez – siguiendo las instrucciones del folleto en mi salón dentro de casa después del fracaso de nuestro proyectado descenso ¿excursión rio abajo y  ?.

A todo esto las dos canoas continuaban encerradas en sus fundas cuando llegó la primavera.



* Los grandes Almacenes El Siglo estaban situados en plena Rambla de Barcelona ,donde estuvieron en funcionamiento desde 1881 hasta 1932, año en el que un gran  incendio  ocurrido el día de Navidad destruyó el edificio de 7 pisos de altura y  una superficie de 7.810 metros cuadrados de planta.

En la tienda, almacenes y otros departamentos de los grandes almacenes, llegaron a trabajar 1.050 empleados, a los que había que sumar otras 600 personas que trabajaban en distintos talleres de confección, que elaboraban los productos para El Siglo. Editaban 30.000 catálogos y poseían una flota de 25 camiones para efectuar el reparto a domicilio de sus productos.

Ese fatídico día de Navidad en uno de los escaparates tenían, a modo de atracción comercial, un pequeño tren en miniatura que lo recorría entre los artículos expuestos. Con el fin de darle más realismo,  cargaron algunos vagones con carbón y pequeños paquetes simulando regalos. A la hora de cerrar el local, se les olvidó apagar la locomotora que continuó dando vueltas y más vueltas a su recorrido. El exceso de peso de sus vagones provocó un sobrecalentamiento del motor del tren hasta que se incendió. Ese pequeño fuego pasó a las cortinas del escaparate, a los artículos, a las estanterías de madera y así hasta incendiar todo el edificio.

** En 1928  España se encontraba bajo la monarquía de Alfonso XIII y el régimen de Primo de Rivera, a finales de los felices años 20.

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